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Me Despido

      Siempre anhelé destacar en algo a mi paso por este mundo. Aspiré resaltar como músico, literato, pintor, atleta; en fin, en algo que dejase estela de recuerdo y contribución a la sociedad en que he vivido, mas no ha sido así. Pudiera ser por falta de talento o por falta de perseverancia.

      Esta modalidad distinta de comunicar un deceso por medio de un mensaje de despedida, me hace ahora un poco diferente, por tanto lo considero suigéneris a la vez que práctico.

      El concepto de buena eduación impone al que se retira, o ausenta temporal o definitivamente, el acto delicado y respetuoso de despedirse. Es por eso que considerando un poco rígida y común la acostumbrada esquela de defunción que debe aparecer en los órganos periodísticos, creo más significativo y simpático el despedirme de todos los que quedan; de aquellos que tuvieron conmigo un vínculo familar, de amistad o de actividad en los quehaceres de tantos años.

      Ante todo quiero agradecer a Dios por su inmensa bondad al haberme dado padres, hermanos, esposa, hijos, hijos políticos y nietos fuera de lo común; familiaries todos cuyas dotes llegan en ciertos casos a superar los niveles normales, sin que haya habido entre ellos alguno con marca debida a desviaciones censurables por la sociedad y las leyes. También agradezco a Dios por haberme dado en abundancia amigos que despertaron en mí sentimientos de afecto y respecto, a quienes hoy doy gracias por todas esas miles de veces que me dejaron, escuchar su saludo afectuoso seguido de un abrazo o un apretón de manos cordiales, con frases pequeñas llenas de sinceridad que se repetían con frecuencia en mi mente como cortas melodías que acariciaban mi espíritu, o lo entristecian después por la ausencia, la lejanía o la distancia.

      Si en algunas ocasiones me ausenté de mi querido Perú, de mi Lima amiguera y jovial, fue en busca de nuevos, distintos o mejores horizontes. La última vez, cuando sentía iniciarse una lucha de clases en mi patria, con tristeza inmensa partí hacia otros lugares. No fue por persecusión o temor. Sólo por propia decisión, angustiado ante una posible ruptura de relaciones amigables con algunos con los que comulgaba en la cordialidad y el respeto mutuo. No dejé de regresar frecuentemente porque hacíame falta ese alimento espiritual de respirar el aroma limeño que permea el alma; esa tertulia fugaz que deja una profunda satisfacción de haber podido cultivar cálidas relaciones de amistad.

      Esta es la despedida del que parte, no una nota necrológica esteriotipada y fría, que podría simplemente decir: Paul Guislain Menchaca descansa en paz. Es un despedida que se repite mil veces personalmente para cada hermano, que en más de setenta y seis años, me dio el agrado de transitar por el mismo sendero de vida que yo, y que posiblemente lea estas líneas. Verdad es que en esta dimensión del tiempo, muchos menos serán los que noten mi despedida; otros ya me habrán precedido.

      De todo corazón, Dios los bendidaga a todos.

Paul Guislain Menchaca

31-Agosto-1915    26-Agosto-1992

      Nunca le conocí, pero encontré sus palabras en el periódico La Nación. Su sentir me ha reconfortado muchas veces, y por eso he cometido el abuso de copiar su despedida en la Internet; deseo que su apoyo nos acompañe hasta el fin de los tiempos.
Adolfo Di Mare, 1998.

[mailto] Si usted tiene más información sobre Paul Guislain Menchaca, por favor hágamelo saber por correo electrónico.
También puede contactar a Morgana Guerra Menchaca <morgana@josapar.com.br>

[home] http://www.di-mare.com/u/paul.htm                                   [/\]