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Universidad de Costa Rica
Escuela de Ciencias de la
Computación e Informática
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Lo que nos espera al comprar una micro

Adolfo Di Mare



Presento algunos consejos para comprar un computador, en el contexto del año 1987.

      Ahora el telele son las computadoras. Nos salen en el cine persiguiendo criminales, derrocando regímenes o peleando guerras nucleares. Y tanta fascinación nos deja, en los más de los casos, perplejos, acomplejados y deseosos de apoderarnos de uno de esos aparatos.

      Yo soy uno de esos que estudian la computación, y no pude resistir la tentación de estancar una buena suma de dinero en la compra de una "micro", que me ha significado gran esfuerzo y privación de otros placeres terrenos. Deseo con este artículo orientar al futuro comprador explicando el camino que representa el hacerse de una microcomputadora. No es tan sencillo como a primera vista parece, y dado el costo del aparato, vale la pena pensar bien lo que se hace para no arrepentirse luego de haber gastado una suma considerable de dinero. En vez de dedicarme a ensalsar esta nueva tecnología, más bien puntualizaré sus defectos, para contrastar con el sentir popular y preparar al lector a la compra de su computador.

      Comencemos por el principio. (¿Cuál es la micro que uno debe comprar? Hay muchas marcas, y varias son "compatibles" (con una IBM, por supuesto). La respuesta que otros computacionistas y yo damos invariablemente es la misma: Depende.

      En mi opinión, hay dos alternativas: si la máquina se usará como herramienta de trabajo, debe ser IBM compatible, pues en nuestro medio esa es la más común. Si no, entonces debe ser una Atari/ST, que es la misma que compré yo (asegurando de esta manera que no sea yo el único poseedor de este tipo de máquina :-).

      Las computadoras son máquinas para procesamiento de datos. El objetivo es entonces, producir cierta información útil (valga la redundancia). Esto implica que antes de la adquicición debemos estimar nuestras necesidades de información y de procesamiento de datos. Esto es muy difícil de hacer, aún con la asistencia de un experto.

      Si uno desea adquirir un auto, sabe que ese artefacto deberá tener ruedas, dirección y techo. Sabe además para que lo quiere: para transportarse. Pero las cosas no son tan claras en computación, principalmente para el novato, a quien no le es fácil discernir las capacidades de estas máquinas. El sentimiento general respecto a esta tecnología desgraciadamente no corrresponde en muchos casos a la realidad. Simplemente las personas tovadía idealizan a las máquinas hasta un nivel supra humano, o no malinterpretan sus capacidades. Para complicar más las cosas, hay tantas opciones que es muy difícil decidirse por una configuración.

      En un ambiente de oficina es fácil comprar la microcomputadora con la idea de usarla para hacer cálculos en la hoja electrónica, y terminar usándola para composición de textos. Aunque esta sería una buena equivocación, pues la máquina encontró uso, pudiera ser que la misma resultara inadecuada y debiera entonces empolvarse encima de un escritorio.

      También es común el creer que nuestros hijos se verán muy beneficiados de la interacción con el aparato, el que les permitiría aprender un sin número de cosas. En el mercado (y en el mercado negro) la mayoría de los programas para niños que pueden conseguirse consisten en destruir naves espaciales, o mover diversas partes de la mano sincronizadamente para seguir un objeto dibujado en la pantalla. Aunque esto agiliza la coordinación motora del niño, lo mismo puede él obtener jugando con otros niños. Y si deseamos la interacción con la máquina sea de otra clase, debemos entonces adquirir un programa educativo. Desgraciadamente, hay muy pocos de estos programas, y los que hay son muy específicos. En la mayoría de los casos, son demasiado elementales o incompletos. Si a esto le agregamos el hecho de que tienen un costo unitario, el resultado final es padres y computadoras, y niños sin usarlas para aprender.

      Muchos compradores norteamericanos se decepcionaron cuando trataron de que su computadora atendiera el teléfono, y descubrieron que ni siquiera la más la más poderosa puede tomar recados. La única opción es una grabadora de llamadas, que habría resultado una mejor inversión... De pronto toparon con una gran cantidad de limitaciones de las máquinas, que no tenemos los humanos, y que son constantemente desmentidas en las películas ((quién pensaría que es todavía imposible lograr que la computadora conduzca un vehículo?). Todo lo que puede hacerse calculando es acequible a la computación, y en general aquellas actividades que requieren de gran inteligencia (como dirigir una empresa) o del uso de los sentidos (como el ver un cuadro e interpretar su belleza), no lo son.

      Por supuesto, estas máquinas sí permiten llevar un inventario, o la contabilidad de la oficina.

      Hoy en día el comprar un computador se parece mucho a comprar un automóvil: hablamos de una suma relativamente grande de dinero, y unos vendedores terribles. Los precios que nos ofrecen son engañosos. No nos dicen que para usar una impresora debemos comprar el cable, o que ese cable debe estar conectado al "puerto paralelo" (sí, Euclides, ya sé, (-paralelo a qué!?). El problema principal es que los vendedores no están realmente preparados para asesorar al comprador, guiándole a obtener el computador que realmente necesita. Dado que hacer la venta es difícil, pues la inversión es alta, el vendedor no aclara al comprador las diferentes alternativas que existen, y en muchos casos lo abruma con detalles técnicos irrelevantes, o le enseña programas vistosos que el cliente no necesita. Por ejemplo, las computadoras Amiga de Commodore tienen una capacidad de graficación increíble, que puede resultar totalmente inútil si el uso de la máquina es llevar unas cuentas por cobrar (lo que no es así si uno desea jugar "video games").

      Pero los vendedores además no conocen realmente el producto que venden, y con frecuencia no tienen siquiera una idea remota de sus capacidades. Yo he topado con vendedores que acuden al comprador para aprender. En ignorancia, son capaces de decir cualquier cosa (con tono seguro y tranquilizante), haciendo que uno se equivoque totalmente en la compra. Cuando compré mi computador, debí escoger entre pantalla en blanco y negro o a colores. Al compararlas, el vendedor me enseño dos, que resultaron a la postre ser iguales. Tuve yo que perder mas de quince minutos para descubrir esto, ya que él me aseguraba que eran diferentes, hasta que hicimos varias pruebas y comprobamos que yo tenía razón. El no entendía lo que estaba pasando. Por mí el vendedor descubrió que tenía en inventario de pantallas de blanco y negro, y que no había vendido ninguna!

      Tal vez lo más cómodo sea comprar una máquina igual a la de un amigo que está contento con la suya. De esa manera es otro quien paga el precio de la experiencia. La alternativa es asesorarse adecuadamente (si no sabes de eso, pregunta a alquien que sepa...).

      Antes de comprar el computador hay que resolver el problema del mantenimiento. Si el aparato se descompone, es imprescindible que alguien lo pueda reparar a un costo asequible. Los "mecánicos" electrónicos no son tan poco confiables como sus homólogos automovilísticos, pero en algunas ocasiones no pueden hacer las reparaciones. En otras, cobran tanto que es mejor botar la máquina y comprar una nueva.

      Debemos recordar que una computadora es mucho más complicada que cualquier automóvil, pues tiene hasta dos millones de componentes electrónicos, y un auto raramente pasa de cuarenta mil componentes mecánicos. Aunque las piezas de la computadora se encuentran enclaustradas en "chips", basta que un "bit" se descomponga para que la máquina entera comience a comportarse de forma rara, errática, con fallas intermitentes muy difíciles de diagnosticar. Sin embargo, en computadoras las fallas son bastante infrecuentes, y las reparaciones no son muy usuales. En general podemos esperar una vida útil y sin problemas de cinco años en casi cualquier computador (asumiendo un buen trato). De todas maneras, es mejor adquirir también los diagramas de diseño, que casi seguramente serán suficientes para que un buen ingeniero arregle los desperfectos que se puedan presentar.

      Al final del proceso de compra resulta que el gasto es, por lo menos, un 25% más de lo estimado, si hay suerte. Un doctor amigo mío terminó gastando más del doble de lo que había estimado, pues comenzó comprando el computador para sus hijos, y terminó adquiriendo un juguete personal. (Esto nos puede pasar a todos, principalmente a los varones que sabemos apreciar los juguetes). Además, debemos comprar muchos accesorios: impresora, papel, diskette, protector de voltage, escritorio, libros de entrenamiento, cobertores, tarjetas adicionales, modem, cables, adaptadores para televisión corriente, limpiadores, portadiskettes, programas, programas, programas, etc. En cuanto a los programas, -generalmente cada uno cuesta entre un 5% y un 20% del valor inicial del computador!

      Después de compralo, y en la comodida de nuestra casa u oficina, procedemos a desempacar el computador. Nos encontramos entonces que las tomas eléctricas tienen tres patas, pues la tercera es una "tierra" necesaria para que las variaciones en el fluído eléctrico no quemen la circuitería de la máquina. Una llamada al electricista nos confirma rápidamente que no es tan fácil cambiar el alambrado eléctrico, y que esa tierra nos va a salir un poco más que barata. Algunos hemos obtado por una solución un poco riesgoza: desechar la tercera toma (y pedirle a Dios que no mande tormanentas eléctricas).

      Después de leer el manual de instalación es fácil hacer las conecciones que hay que hacer para organizar todo el sistema. Ya estamos listos para "meterle información" a la máquina. La verdad es que antes debemos sufrir varios calvarios. El primero es aprender a usar el "Sistema Operativo".

      Las computadoras tienen dos componentes complementarios: el equipo y los programas (llamados hardware y software en inglés). El sistema operativo es un programa que administra el uso del computador. Por ejemplo, cuando escribimos letras en el teclado, el sistema operativo las recibe y las despliega en la pantalla, y luego las deposita en el programa que en ese momento usamos. Otra labor muy importante del sistema operativo es organizar los archivos en el diskette. De cualquier manera, no podemos usar la computadora sin dominar medianamente los comandos del sistema operativo, lo cual puede tomarnos desde tres horas de estudio, hasta dos semanas (dependiendo de la máquina). Por ejemplo, es usual aprender en unas cinco horas a usar el sistema operativo del Apple MacIntosh, pero para entender el MS/DOS del IBM/pc se necesitan como dos semanas. Desgraciadamente los manuales incluídos con el computador generalmente no son suficientes para aprender a usar el sistema operativo, por lo que es bueno desde el principio comprar un libro auxiliar que en el que se explique este tópico. (Una de las estrategias de mercadeo del Apple MacIntosh contra el IBM/pc ha sido precisamente destacar el tiempo que toma aprender a usar el sistema operativo de una sobre la otra).

      Después de dominar el sistema operativo estamos preparados para usar la máquina en nuestro quehacer diario. Para funcionar, la computadora debe estar programada. Para esto, debemos tener un programa, ya sea hecho por nosotros o adquirido a otro. Estudiemos estas dos opciones.

      Si queremos hacer nuestros propios programas, nos encontramos entonces que debíamos haber aprendido a programar en Basic, o en otro lenguaje de computación. Esto al principio es muy emocionante, pues comenzamos a llegar a la base tecnológica del aparato, pero después de muchos intentos llegamos a entender que el programar es una actividad difícil, sino tediosa. Lo que sucede es que para darle instrucciones a la máquina hay que ser absolutamente preciso, que no es nuestra forma usual de actuar. Al enviar a nuestro hijo al super mercado a comprar carne, nosotros le diríamos solo eso: hay que traer carne. A una computadora hay que decirle todo: tipo de la carne, que hacer si no la encuentra, en donde queda el super mercado, cuanto dinero llevar, etc. Simplemente esas máquinas no compiten en intelegencia ni con los idiotas (lo que tienen es rapidez: son idiotas rapidísimos).

      Casi todas las personas terminan no programando, pues se necesita ser un profesional para poder hacerlo bien. Además, un buen programa representa una inversión de tiempo muy alta: Lotus, que ha sido uno de los programas con mas éxito, ha tomado el tiempo equivalente a 50 años hombre para ser desarrollado. Todos tratamos entonces de adquirir programas para cada una de las tareas que queremos computerizar. Y aquí es tal vez donde el problema más grande se presenta: los programas generalmente no son lo que uno espera, y nos obligan a cambiar nuestra forma de trabajo. Examinemos con detenimiento las clases de programas más populares.

      Mucho del trabajo que se hace en microcomputadores es edición y procesamiento de texto. Para esto, se usa un programa llamado procesadores de palabras. El problema es encontrar un procesador de palabras que sea adecuado a nuestras necesidades.

      Todos los procesadores de palabras son básicamente iguales. La diferencia estriba en pequeños detalles y en algunas facilidades presentes en unos, o restricciones extrañas de otros. Por ejemplo, el procesador de palabras que he usado para escribir este artículo es muy bueno para subrayar, mover texto e imprimir el texto final a dos columnas. Sin embargo es pésimo para tildar vocales, o para cambiar el ancho de los márgenes. Esto quiere decir que el procesador que para mí pudiera ser ideal, puede resultar un infierno para otra persona, y viceversa. Esto es a la postre secundario, a menos que uno sea un escritor realmente profesional. El problema principal es que hay muchos procesadores de palabras diferentes, y después de aprender cuatro uno no quiere aprender el nuevo (en este momento, yo conozco cinco procesadores de palabras diferentes, y no quiero saber de ninguno más).

      Un problema más serio con estos programas el la forma de trabajo que uno llega a adoptar. Simplemente es muy sencillo transformarse en el propio secretario, y tratar de que el texto producido sea perfecto. Esto hace que uno imprima hasta diez versiones del mismo documento antes de estar satisfecho, pues en muchas ocasiones los títulos no quedan centrados, las tildes no se ven, o las letras negrillas quedan blanquillas. El gasto de papel que esto representa es más alto que en la forma tradicional, con una máquina de escribir y un secretario eficiente. Más grave es que es bastante engorroso ponerles papel a la mayoría de las impresoras. A menos que siempre usemos papel de fórmula continua, poner una sóla en la impresora hoja toma entre quince segundos y dos minutos. Si hay que hacer esto 100 veces, el trabajo total se vuelve insoportable. (Aunque algunas impresoras tienen alimentadores de hojas individuales, éstos no son todo lo efectivos que uno espera). Este problema se nota todavía más si la impresora es muy lenta (paradójicamente, una impresora lenta puede escribir mucho más rápido como una secretaria rápida, y sin equivocaciones).

      Como en una pantalla se puede desplegar sólo un tercio de una página escrita, resulta difícil visualizar todo el documento. Esta restricción es muy difícil de imaginar antes de vivirla, pero hace que la efectividad de todos los procesadores de palabras se vea muy disminuida. Aún los procesadores de palabras WYSIWYG (- What You See Is What You Get!), que despliegan en la pantalla el documento tal y como será impreso, sufren en este punto. Vale decir que existen muy pocos procesadores de este tipo.

      Otro problema, tal vez más terrible, es que diferentes procesadores de palabras no pueden intercambiar información entre si. Esto quiere decir que si nuestros amigos usan un procesador diferente, entonces nos va a ser muy difícil hacer un trabajo en conjunto. Esta falta de compatibilidad se da en todos los niveles de la computación, tanto a nivel de programas como de equipos, en micro computadoras o super computadores.

      Otra clase de programas muy usados son las hojas electrónicas de cálculo. Existe aquí también una variedad grande, pero casi todos estos programas son muy parecidos en funcionalidad y uso. Casi todos tienen una capacidad de graficacion muy sofisticada, pudiendo hacer gráficos de barras, escalonados, de pastel y de muchos otros tipos. Algunos pueden hacen gráficos tridimensionanles. De todas formas, lo importante es que la hoja de cálculo sea compatible con el procesador de palabras. Esto porque generalmente después de usarla hay que producir un reporte. Si estos dos programas pueden intercambiar información con facilidad, entonces la confección del reporte se hace mucho más sencilla. En la parte de gráficos esto es particularmente importante, pues aunque en hoja de cálculo es muy fácil crear gráficos en la pantalla, el imprimirlos generalmente es muy engorroso.

      La siguiente área de importancia en aplicaciones de microcomputadores es las bases de datos. En una base de datos significa registramos hechos relevantes a nuestra actividad. Un programa de base de datos nos permite precisamente eso: almacenamiento de registros de datos en la máquina, ya sea en los diskettes o en el disco duro, proveyendo facilidades para actualizar esos archivos y para generar reportes según sea necesario.

      Desgraciadamente, los paquetes de base de datos son muy diversos en cualidades, calidades y capacidades. Además, son altamente incompatibles entre si, lo que significa que es muy difícil cambiar de un paquete a otro (mas no así transferir datos de un paquete a otro). Sin embargo, existen algunos que se han transformado en estándares de facto, como es el caso del DBaseIII en las IBM/pc y compatibles. En general, la gente lo piensa poco y usa uno de esos paquetes.

      En ambientes comerciales, el objetivo de establecer computadoras es mejorar los sistemas de administración. Estos sistemas pueden obtenerse de dos maneras: comprando un paquete preprogramado, o haciendo los programas usando una base de datos. En el primer enfoque, la empresa debe adaptarse al paquete de contabilidad. Aunque las empresas son muy parecidas, no son iguales, lo que puede crear inconvenientes al usar un paquete. Por ejemplo, si el paquete está diseñado para usar un catálogo de cuentas de tres niveles, y la empresa usa uno de cuatro, entonces hay que rehacer el catálogo para que calce con la idiosincracia del paquete. Si no puede conseguirse un paquete de contabilidad, se hace necesario contratar la programación de la misma, a un precio que es generalmente un múltiplo del precio de la máquina.

      Usando el lenguaje del paquete de bases de datos, un programador profesional puede escribir todos los programas administrativos que requiere una empresa. Sin embargo, muchas veces sucede que los programas así obtenido no satisfacen al cliente, por lo que hay que entrar en un tira y encoge hasta llegar a un acuerdo razonable. El producto final depende mucho de la calidad del programador que se consiga, y a veces es difícil conseguir buenos programadores. La programación es una actividad que requiere mucho esfuerzo, lo que la hace cara, y a la vez difícil. El costo de computerizar sistemas no es tan bajo como a simple vista parece, pues hay muchos costos adicionales escondidos que no es sencillo ver.

      Una vez almacenados los datos de la empresa en la base de datos, el paso siguiente es extraer partes de ellos para ser manipulados en una hoja de cálculo electrónico. Entonces aquí también es importante que puedan transferirse datos entre estos dos tipos de paquetes, lo que por suerte es fácil de hacer en la mayoría de los casos. Como podemos ver, estas tres grandes áreas de aplicación están muy interrelacionadas, tanto que que han surgido paquetes que integran todas estas funciones. Estos paquetes tiene cinco funciones en un sólo programa: procesador palabras, hoja de cálculo, graficación, base de datos y paquete de comunicaciones. El problema de estos paquetes es que son muy grandes, por lo que consumen mucha memoria, y generalmente son menos eficientes que los paquetes especializados en cada función. Es difícil decidir cuando un paquete integrado es mejor que varios paquetes separados, pero aquellas aplicaciones que no manejan un gran volumen de información son buenas candidatas para uso de estos paquetes.

      Existen paquetes para muchas otras aplicaciones. En general, lo dicho para sistemas administrativos también se aplica para esos paquetes: tienen cierta forma de funcionamiento que es muy difícil no seguir. Pero ofrecen una gran funcionalidad a un precio bajo, por lo que son muy utilizados. Entre otras, estas ramas de aplicación incluyen la estadística, el diseño ayudado por computador, la programación de proyectos, el modelaje de diversos sistemas, etc.

      Al hacer un balance final, podemos concluir que el uso de las microcomputadores puede traernos grandes beneficios. Sin embargo, debemos hacer una inversión inicial, tanto en dinero como en tiempo de aprendizaje, que es muchas veces mayor de lo esperado. En muchos casos, lo mejor puede ser pedir consejo al vecino que ya compró su máquina, para aprovechar así su experiencia. Después de superada esta etapa inicial, podemos confiar en que la computadora nos servirá eficientemente, aumentando nuestra productividad y entreteniéndonos en nuestros momentos de ocio.


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Adolfo Di Mare: Investigador costarricense en la Escuela de Ciencias de la Computación e Informática [ECCI] de la Universidad de Costa Rica [UCR], en donde ostenta el rango de Profesor Catedrático. Trabaja en las tecnologías de Programación e Internet. Es Maestro Tutor del Stvdivm Generale de la Universidad Autónoma de Centro América [UACA], en donde ostenta el rango de Catedrático y funge como Consiliario Académico. Obtuvo la Licenciatura en la Universidad de Costa Rica y la Maestría en Ciencias en la Universidad de California, Los Angeles [UCLA].

[mailto] Adolfo Di Mare <adolfo@di-mare.com>


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Referencia: Di Mare, Adolfo: Lo que nos espera al comprar una micro, Tribuna, Revista Desarrollo, No 5, Agosto 1987.
Internet: http://www.di-mare.com/adolfo/p/comprapc.htm
Autor: Adolfo Di Mare <adolfo@di-mare.com>
Contacto: Apdo 4249-1000, San José Costa Rica
Tel: (506) 207-4020       Fax: (506) 438-0139
Revisión: ECCI-UCR, Febrero 1998
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